Un nuevo año que termina, y con él todas las experiencias vividas y soñadas que quedarán en el recuerdo personal de cada uno y cada una. Yo pienso que la vida de toda persona tiene tres niveles: el primero en el que se encuentran todas las vivencias personales que le afectan directa e individualmente, el segundo en el que se engloba todo aquello que le ocurren a las personas, animales o cosas que añoras y el tercero, que sin duda tiene diferente grado de preocupación en cada cual, y que hace referencia a los sucesos que tienen lugar en nuestro entorno, en la sociedad, en nuestra ciudad, nuestro país y el resto del espacio físico que conocemos. Yo siempre intento reflexionar sobre lo que ha sido mi año en estos tres niveles, y me planteo que he aportado a los que me rodean y a la sociedad en general, es sano y necesario para crecer personalmente y ver tus errores.
Cuando nos reunimos con aquellos que más queremos en estas fechas tan señaladas, nos olvidamos de todo aquello que nos ha preocupado durante los doce meses tan largos que tiene un año, pero también hay personas que no pueden reunirse con sus seres más queridos, o bien porque se han marchado, o porque están lejos con la imposibilidad de volver por diferentes motivos. Hoy quisiera recordar a los que no están, admirar a los que le es imposible volver y aún así se acuerdan día a día de nosotros y nosotras con lágrimas en los ojos, porque necesitan buscar su camino y encontrar su lugar en la vida. También yo me acuerdo de todos y todas vosotras con lágrimas en los ojos y os envío mi cariño y mi amor en palabras, porque no puedo daros el beso y el abrazo que os merecéis. Me gustaría que me siguierais en esta noche, aunque estéis solas o acompañadas, también estareis conmigo cerrando el capítulo veinte cero ocho.
Os voy a tener presente.
Os quiero.
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